- Hiciste lo correcto. Créeme, hoy es tu día. Cuesta tomar decisiones así pero nosotros, los intelectuales, porque tú también lo eres, debemos tener las ideas claras hasta el final. Ya hay bastante superficialidad en el mundo. ¿Por qué añadir confusión a más confusión? Además, el productor está para perder dinero. Enhorabuena. No quedaba más por hacer. Te han dado lo que te mereces por lanzarte tan a la ligera a una aventura tan poco seria. Créeme, no tengas remordimientos. Es mejor destruir que crear, si no puedes crear ni lo mínimo. Además, ¿existe algo mejor que el derecho a vivir?
Una mala película es sólo un mal negocio. Pero para ti, en tu estado, puede ser el final. Deja que las cosas sigan su curso y echa sal, como hacían los romanos para purificar sus campos. De hecho, sólo necesitamos un poco de higiene, limpieza, desinfectante. ¡Nos ahogan las palabras, las imágenes, los sonidos sin derecho a vivir! ¡Vienen del vacío y a él se dirigen! Un artista que realmente valga la pena sólo debería ser reclamado por lealtad. Debe educarse en silencio. Como el elogio de Mallarmé al papel en blanco. Rimbaund era un poeta, no un director de cine. ¿Conoce su verdadera poesía? Su renuncia a seguir escribiendo. ¡Si no se puede tener todo, la nada es la verdadera perfección!
Perdón por la cantidad de citas, pero nosotros, los críticos, intentamos hacer lo que sabemos. Nuestra misión… eliminar de la tierra los cientos de engendros que diariamente, obscenamente intentan nacer. Y tu querías dejar tras de ti una película igual que el tullido sus huellas deformes.
¿Qué terrible arrogancia te hizo creer que otros se aprovecharían de tu larga lista de equivocaciones? ¿A ti qué te importa reconstruir fragmentos de tu vida, recuerdos, caras de personas a las que nunca has amado?
- ¿Qué es esta repentina felicidad que me da fuerzas, vida…? Imploro vuestro perdón, dulces criaturas. No lo entendía. Qué bueno es aceptaros, amaros. Y qué sencillo.
Luisa, me siento liberado. ¡Todo es bueno, tiene sentido, todo es verdad! Ojalá pudiese explicarlo, pero no encuentro palabras. ¡Todo es como antes! ¡Todo vuelve a ser confuso! ¡Pero la confusión soy yo! ¡Tal y como soy, no como quisiera ser! Ya no tengo miedo.
A decir verdad, no conozco al “yo” que busco y que no encontré aún. ¡Sólo así puedo vivir y mirar a tus ojos sin sentir vergüenza! ¡La vida es una fiesta! Vamos a vivirla juntos. No puedo decir más, ni a ti ni a los demás. Si puedes, acéptame como soy. Es la única manera de encontrarnos.
- No sé si es cierto lo que dices, pero lo intentaré, si me ayudas.